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Publicado por anzooo

El preso se asomaba entre los barrotes cada cinco minutos, agarrándose fuertemente con ambas manos e intentando subir andando por la pared, aunque sus pies resbalaban constantemente en la fría piedra. Oliesqueba el exterior con ansia, moviendo los ojos de derecha izquierda de forma nerviosa. El continuo salpicar de las gotas de lluvia en el alféizar hizo que se le humedecieran las manos, deslizándose los dedos fuera de los barrotes, haciéndole caer al suelo.
El ruido sordo recorrió todo el pasillo llegando a los oídos del sargento y de los demás presos, que rieron a carcajadas. El sargento saltó sobresaltado de su silla, y con semblante dubitativo se dirigió a la celda de donde había salido el ruido. Golpeó los barrotes con la porra, gritó y maldijo:
- ¡¿Se puede saber que diablos ha pasado aquí?!
Las carcajadas de los demás presos cesaron. Y el de la celda de al lado dijo con voz ronca, reprimiendo la risa:
- Ese pobre desgraciao, que se ha estampao contra el suelo. Intentaba trepá por la paré. Es muy gracioso señó sargento.
El sargento miró al preso tendido boca arriba en el suelo, y cuando iba a decirle algo éste empezo a reir. Retorciéndose en el suelo, y gritando:
- ¡Ya viene!.

 

Publicado por anzooo

El sargento Rojas evitaba pasar por delante de la celda. Detestaba la repentina y alborotada felicidad que había invadido al preso, que siembre estaba silvando y escribiendo. Hasta el fondo del pasillo a la derecha, pasando por el resto de celdas y tras subir unos pocos escalones mal cuidados, justo detrás de una resistente reja de acero, llegaban los ruidos alegres. Parecía no afectarle al preso el régimen de pan y agua impuesto por el sargento, ni tampoco la retirada de luz artificial en su zona del pasillo.
Lo que más irritaba al sargento Rojas era esa continua sonrisa, ese rintintín alegre en su voz. Antes se sentía poderoso, diferente y afortunado al ser el único individuo de la cárcel, o al menso de esa planta, por poder sentir el sol, el viento y el agua en su cara. Y lo que más le gratificaba, de poder dormir fuera de allí. Y eso lo llenaba de una felicidad egoísta, necesaria para rendir bien y con autoridad en su trabajo. Y ese preso hacía que todo se tambalease, que su estancia allí ya no fuera como antes, incluso le hacía sentirse pequeño y desgraciado a su lado.

Empezamos...  

Publicado por anzooo

En el aire se notaba la llegada de algo nuevo; el suave viento del oeste alborotaba los pelos de la gente al andar. Se colaba entre los barrotes de la ventana, llenando la celda del olor de la primavera. Sentado en un rincón con la cabeza gacha, con un lápiz en una mano y un papel sobre las rodillas, estaba él. Se llevó una bocanada la hoja de papel, haciéndola flotar. “Ya está aquí”. Se levantó de un salto, se agarró a los barrotes y miró al exterior. Colaba la nariz entre ellos, olisqueando, sus ojos buscaban algo en el horizonte. Ese nuevo aire llenaba toda la celda, y toda la ciudad, con un fuerte olor a primavera, agua y tierra. Al paso de los días el sonido incesante del roce del lápiz con el papel aumentó, repitiendo siempre las mismas palabras: “Pronto. Ya está aquí...”