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Publicado por anzooo

De los ojos del preso se había desvanecido la escena; casi no podía distinguir las figuras de Rosana y el sargento, todo se había convertido en un torbellino borroso, sus palabras le sonaban como una larga de cristales rompiéndose conforme las iba pronunciando. Acto seguido cayó profundamente dormido. El pesado sueño lo volvió todo negro, apagó todas las luces, y ahogó los sonidos. Se encontraban solos el preso y el ritmo desacompasado de su respiración.
Una música empezó a sonar al fondo, un leve ritmillo apenas audible. Se levantó de un salto, y a base de largas zancadas avanzó hacia la música. Conforme se acercaba la música se hacía más fuerte y clara. El suelo comenzaba a inclinarse, formando una pronunciada cuesta arriba. Ya era capaz de oír nítidamente la cancion de Ground Control To Major Tom, como una señal que le llamaba.
Había llegado al final del pasillo, palpó la puerta que tenía delante, recorrió con sus dedos los recobecos de los detalles metálicos. "This is Ground Control to Major Tom..." decía la música a través de la puerta. Buscó el pomo sin éxito, intentó tirarla abajo usando el hombro; a patadas; cogiendo carrerilla y hasta a puñetazos. Pero la puerta seguía en su sitio, indómita.
Ya se había rendido del todo, y se encontraba tumbado intentando dormise cuando un enorme ruido llenó el pasillo, un disparo, un ruido sordo. Abrió los ojos de golpe, y enfrente suya vio a Ramón, con los ojos como platos, la boca abierta y señalando con el dedo índice extendido.

 

Publicado por anzooo

Con las manos empapadas de una sangre espesa, arrodillado y mirando al suelo, el sargento Rojas gemía de dolor. Ramón se abía quedado con la boca abierta, al otro lado del pasillo, conteniendo la respiración lo más posible. "Con lo duro y serio que parecía, y no es que un pobre mamarrasho que se arrodilla por una patadita de nada"
- ¡Levanta mariquita! - gritó Ramón.
El sargento lo miró con un centelleo de rabia en los ojos. Intentó erguirse pero el revólver se volvió a posar en su nuca. Mientras el preso desvariaba, riendo a carcajadas. El cigarrillo con marihuana le había subido a la cabeza, y sus efectos le provocaban un placentero bienestar, y unas incontenibles ganas de reir.
Rosana consiguió templar sus nervios, y con una voz firme y autoritaria le dijo al sargento:
- Levántate muy despacio, ningún movimiento tonto, ¿entendido?
Y al oído, pero que era perfectamente inteligible le susurró: - que nos lo vamos a pasar muy bien.
- ¡Anda que si nos lovamos a pasar bien!, ya esta llegando - dijo el recluso.
Y el preso se quedó prfundamente dormido, de golpe, cayéndose de la cama y provocando un sonoro golpe en el suelo.

 

Publicado por anzooo

Una gota de sudor frío atravesaba la frente del sargento. Caía por las mejillas, bordeó la boca abierta en un gesto de terror, y se precipitó al suelo. La mano temblorosa de Rosana hacía vibrar el revólver, que impactaba con pequeños golpecitos en la nuca del oficial. El denso humo que emanaba de la boca del preso le daba a la escena un aire romántico, desbordante de dramatismo y tensión.
Para el sargento el tiempo se paró, el corazón se le salía del pecho, y en los oídos le retumbaban los latidos, como tambores.
- ¿Está frío el revólver sargento? - dijo el recluso, que tumbado en la cama disfrutaba de su cigarrillo.
- Ca...ca...cállate.
Y una bocanada de humo negro y maloliente salió de la boca del preso como respuesta, engullendo al sargento.
- Ahora no es tan divertido abusar de una pobre madre, ¿a que no?. Y ahora cierra despacito la puerta, vamos a estar aquí un buen rato, divirtiéndonos.
Y el sargento, con lágrimas en sus ojos, cerró la puerta con llave. Acto seguido cayó de rodillas suplicando. Súplicas respondidas con un sonoro puntapié en la boca.

 

Publicado por anzooo

El preso doblaba una de las hojas de su libreta por la mitad, ya arrancada. La partía, y volvía a doblar la mitad por la mitad. Tras repetir este proceso tres veces, puso un poco de tabaco, que tenía desecho en el bolsillo, encima del papelillo, lo untó con una sustancia marrón que sacó de debajo de su cama y lo amasó bien. Lamió uno de los laterales del papel, unió los dos extremos formando un cigarrillo, y le prendió fuego a un extremo. El humo negro que emanaba de la celda del preso no pasó desapercibido. Rosana aún con el revolver debajo del brazo, empezó a gritar histérica:
- ¡Fuego!, ¡Fuego!
- Eso no es humo, cohoné. Es vaho, que fuera nieva mucho- dijo Ramón boca abajo en la cama.
- ¡¿ Que fuera esta nevando?!, ¡calla puto chiflado! Que estamos en primavera, ¿cómo va a llover?. Algo esta ardiendo.
- Pué estará ardiendo argo, yo que sé.

El sargento Rojas subió corriendo, con los pantalones por los tobillos. Acababa de salir del cuarto de baño. Vio el denso humo negro que salía de la habitación del preso, abrió la puerta con una mano en la boca, para evitar intoxicarse. Y cuando estaba apunto de tirarle el cigarrillo de la mano a éste, algo metálico se posó en su nuca. Rosana había aprovechado para salir de su celda, con el revolver bajo el brazo, y entrar en la del preso, jsuto detrás del sargento.