Acabó exhausto de la larga retaíla de carjadas. Sus músculos abdominales se encogían con fuertes espasmos, las piedras del suelo se le clavaban en la espalda y las lagrimas le caían por las mejillas, formando dos carchos a derecha e izquierda. Su risa, justo antes de caer en un profundo sueño, sonaba ahogada e intermitente, acompasada con su respiración entrecortada.
Cuando se cerraron sus párpados, y su abdomen y su respiración se tranquilizaron, se olvidó que estaba en la cárcel. Salieron de su cabeza las imágenes que guardaba de su infancia. Se vió sentado en una roca, en el campo. El sol había salido ya de su escondite, justo detrás de las montañas desdibujadas del horizonte; los primeros rayos serpentaron entre las estrellas, abriéndose paso entre los últimos instantes de la noche.
Las tonalidades amarillas de la luz daban un brillo dorado a los campos de trigo y vid. Relucían bajo ella las cintas que envolvían los olivos, asustando a los pájaros con su reflejo. El largo camino que llevaba a la casa parecía un río marrón, con largas hileras de árboles a los lados. Y la enorme casa, un reluciente faro de luz blanca entre todo aquel hermoso dorado.
Iba camino a la casa cuando le salpicó agua en la cara. Miró hacia arriba escudriñando el cielo, buscando alguna nube, pero no había ninguna, solo azul. Siguió andando, pero apenas dio tres pasos más cuando le golpeó en la cabeza algo metálico.
Abrió los ojos y oyó la voz del sargento:
-¡Hora de la comida, sucias alimañas!
Y a su alrededor, en el suelo, estaban su vaso de agua vacío y su plato, con los mendrugos de pan repartidos por toda la celda.
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Bienvenidos
Todavía ando con pies de plomo en este nuevo mundo que es el blog para mí. Poco a poco voy descubriendo nuevas herramientas y formas de hacer mas vistoso este mi espacio personal.
Mi intención es contar una serie de breves historias cortas, o una sola historia, por pequeños parrafos que podrían considerarse minúsculos capítulos.
Espero que os gusten
;)
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