Los barrotes tenían un color rojizo, por el óxido, que se dejaba ver en grandes cantidades a lo largo de la superficie de éstos. El preso de la celda de enfrente engullía su comida, abriendo la boca más de lo necesario, y con grandes y sonoros sorbos bebía el agua. Su aspecto fuerte y corpulento se disimulaba bastante bien con las rayas verticales, de color negro, de la camiseta y del pantalón. Mientras terminaba de lamer el plato se fue levantando lentamente, apoyándose en el suelo para sostener su enorme peso. Una vez de pie, dejó caer suavemente entre las yemas de los dedosel plato, finjiendo resbalársele; produciendo un sonoro ruido metálico con las losas de piedra.
-¡Señó sargento!- gritó con una voz lastimera.-¡Señó sargento!.
A las voces se unieron los susurros de los demás presos, en especial la prostituta de la celda más cercana a Ramón.
El sargento Rojas se levantó de su cómodo sillón de mala gana, cogió su porra y se puso la gorra:
- ¿Qué quieres ahora Ramón?, tu voz me levanta dolor de cabeza.
Ramón, que era seis o siete cabezas más alto que el sargento, se agachó, e intentando poner una cara que inspirara pena dijo:
- Me sá caío el plato, y tengo hambre. ¿Podría darme usté algún trocito de pan más?
El sargento miró la gran mole que era el preso, pensó durante unos instantes, terminó por darse la vuelta y dirigirse a la celda de enfrente. Se agachó y cogió los trozos de pan que el preso, aún despertándose de su sueño, no había recogido del suelo, y se los ofreció a Ramón.
- Y estate calladito ya, joder. Que quiero dormir.
- Fi, feñó, creo que fo dormiré un rato tmfbién.- dijo Ramón con la boca llena.
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Bienvenidos
Todavía ando con pies de plomo en este nuevo mundo que es el blog para mí. Poco a poco voy descubriendo nuevas herramientas y formas de hacer mas vistoso este mi espacio personal.
Mi intención es contar una serie de breves historias cortas, o una sola historia, por pequeños parrafos que podrían considerarse minúsculos capítulos.
Espero que os gusten
;)
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